Tú, que te sientes tan seguro recluido en tu palacio, rodeado de un sereno bosque donde desfilan las más diversas criaturas de la creación que abren paso a los visitantes que quieran ver tu poderoso país, ese lugar donde todos te sirven la mejor comida a su puntual hora, tiran flores carmesí por el bendito camino que tus pies recorren, y que te visten lujosamente con tus trajes de inalcanzables precios, marcas de lujo, cosidas con los hilos de oro mejor tejidos de todo el mundo, seda y algodón puro que acarician tu piel al desplazarte graciosamente.
Tú que tienes todo un ejército que a tu señal podrían invadir al débil reino de la frontera adyacente, y toda una armada de barcos nucleares con capacidad para destruir montañas, así como un dantesco despliegue de soldados, siervos y criados que obedecerán, con voluntad o no, a la más bizarra de tus órdenes.
Ya no te contentas con tu Dama, que se ha sacrificado para tu gloria nefasta, has de usar tu derecho de pernada ¿verdad? No es suficiente subir los impuestos a tus lacayos.
¡No! Mejor disfrazarse con un casco y seducir con tu falso poder.
Parece ser que no tienes suficiente con arruinar a tu Estado con tu incompetencia mas atroz, ahora se trata de ridiculizarlo con tus ocurrencias de colegial soberbio y maleducado.
Que sepas que no estás a salvo. No estás seguro. Por muy anchas que sean tus paredes, por muchos guardias lanceros que coloques en puertas y ventanas, por muy atento que estés al menor movimiento acontecido a tu alrededor.
Mueve tus nerviosos ojos de una dirección a otra en continuo peligro, advierte la presencia de esa armadura plateada, inmóvil como un maniquí, que tantos años lleva postrada en el pasillo Real, porque ella misma podría ser tu verdugo.
Has de aceptar el hecho de que vas a morir de amor en breve, y el lugar donde tu asesinato se lleve a cabo, puede ser cualquiera. Puede ser en tu primer aposento. Puede ser en tu segundo aposento, en el quinto o el vigésimoprimero. Puede ser en las caballerizas. Puede ser en el almacén de víveres. Puede ser en el calabozo. Puede ser en la capilla o en el Gran Salón. Puede ser en el tejado, en la almena del castillo o en la fragua del mismo. O puede ser en el bosque. Puede ser al lado de un olmo, una encina, un roble o un limonero. Puede ser a punta de cuchillo, de lanza, de alabarda, de sable, de espada, de cimitarra, de maza, de manodoble, o de hacha con doble filo.
No vamos a prohibirte que te escondas o te protejas, cada uno es libre de ser idiota. Cualquier cosa que hagas para preservar tu seguridad será tan inútil como un suicidio. Todos tenemos una hora que dicta el final de nuestras vidas, y la tuya se acerca. No puedes evadir al destino. El futuro está marcado y ninguna mano podrá ya borrarlo. Tu karma está sellado, miserable. Todo intento de protección será tiempo perdido por tu parte.
Nuestro poder es superior a toda entidad existente en el mundo en que vives. Tiempo perdido será el rezar a tu Dios el Dinero. Conocerás lo que sienten cada uno de tus funcionarios y campesinos cuando desfallecen debido al hambre y los impuestos para mantenerte tan alto, el frío, las pobres condiciones higiénicas y en general la miseria con la que les castiga tu sistema pervertido y cruel.
Sabrás lo que sienten aquellos pobres trabajadores que son deshauciados de su vivienda a patadas por tu Guardia Real.
¿Qué tal se siente uno ahí arriba, alzando los brazos ante un pueblo que se muerte delante tuyo? ¿Crees que la gente te adora, estúpido monarca de pacotilla? Ni siquiera eres tú el que rige la nación, sino tu grupo de consejeros prepotentes tan acomodados e igual de necios que tú. Llevas muchos años viviendo de la sopa boba y jamás has hecho un juicio justo a un jornalero. Has arruinado, destripado y hundido a campesinos que jamás habían matado a una mosca, y en cambio, tus propios generales han violado a mujeres en países extraños y siguen caminando tan tranquilos por tus palacios, recibiendo para colmo un enorme respeto por parte del resto de la plebe.
¡Vergüenza debería darte que sucedieran estas cosas, asqueroso egoísta! ¿Y tú te llamas caudillo del pueblo? en la gloria de la Democracia que te da poderes como si fueras un Dios
No te diremos nuestro nombre, ni de dónde venimos ni cómo o porqué estamos aquí. Tan sólo podemos describirte la intensa agonía por la que vas a pasar. Suplicarás como un perro callejero, y chillarás como el cerdo que no reconoces que eres. Te sorprendería la facilidad con la que la gente se deprime en un mundo tan odioso como es el tuyo. Vives adornado por la eterna vida de rey que quisiste tener hasta el momento de tu muerte, y así será. Pero, puesto que tu cerebro nacionalista ignora qué es el sufrimiento, vas a sufrir como el mendigo que debieras ser. Para que no te vayas al infierno sin saber una cosa más.
PD. Por suerte o por desgracia de alguna manera los ciudadanos pueden cambiar a sus dirigentes cada 4 o 5 años, aunque demuestren con creces su incompetencia, pero la estirpe real dotada al parecer de una sangre especial, sigue y seguirá ahí inexplicablemente sin ninguna función útil, eso si con gran habilidad para mentir y robar y sin juez que se atreva a evitar sus tropelías.
sábado, 18 de enero de 2014
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