jueves, 22 de noviembre de 2018

El Cinismo de los Impuestos a los Ricos

Que un Gobierno en el que la mitad no pagan impuestos ya hay dos ministros dimitidos por eludir el pago a Hacienda y plagio flagrante y que aún faltan cuatro ministros y la secretaria de Estado para el Deporte que han utilizado sociedades instrumentales para comprar viviendas o gestionar su patrimonio, entre ellos la propia ministra de Economía, Nadia Calviño, quien ha utilizado sociedades instrumentales para comprar su patrimonio pagando “una cifra irrisoria en impuestos”.
Sin contar otros cargos como la secretaria de Estado para el Deporte, por María José Rienda, por la misma razón.
Que el principal defensor de los pobres, el populista Pablo Iglesias (que según él se ha limitado el sueldo de senador a 2.000 €, se compre un casoplón de mas de 1 millón de euros da que pensar y que nadie en su partido le de por criticarlo, la pregunta es:
Pablo Iglesias que odia con su alma a los empresarios y a los ricos, ¿es rico o simplemente tiene envidia?.



Que ahora nos digan que las subidas de impuestos no son para pagar las pensiones ni para reducir el déficit, son por “justicia social” –según la Ministra de Hacienda-.
(Impuestos que no pagaran ellos a pesar de ser 'ricos' pues disponen de sociedades patrimoniales)

La frase es magnífica y se une a aquellas proféticas palabras de Carmen Calvo, que ustedes recordarán “el dinero público no es de nadie”. Ahora dice: "Hay subidas de impuestos con afán recaudatorio y otras que se hacen por justicia social".

La frase parece una broma. Todas las subidas de impuestos tienen afán recaudatorio. 
-¿“Justicia social”? Pues no. Si lo que le preocupase a nuestra ministra es la justicia social, habría atajado la administración paralela, esa red clientelar de empresas y fundaciones fantasma, que en su comunidad, Andalucía, detrae más de 3.000 millones de euros anuales de recursos públicos (un 3,5% más que en 2017 en el presupuesto de la Comunidad, casi el 10% del gasto no financiero total). Y lo mismo en otras comunidades autónomas. Más de 28.000 millones anuales.

Si al PSOE le preocupase la justicia social, no habría subido impuestos a familias y empresas en todas las comunidades autónomas gobernadas con Podemos hasta alcanzar una presión fiscal entre un punto y hasta dos puntos superior a la media nacional.

Ahora nos hemos enterado que el coche de combustible diésel que llevamos miles de españoles es de ricos (un impuesto muy progresivo si señor)

Y por fin la gran mentira, la liberación del impuesto de actos jurídicos documentados, ¿quién se puede pensar en su sano juicio que estos impuestos que ahora va a pagar el banco por Real Decreto no se va a repercutir en el cliente?
Y aún peor se anulan todas las exenciones, es decir que discapacitados, jubilados y casos de exclusión social ahora pagarán, pues el banco es un negocio que afrontará el pago pero simplemente subirá las hipotecas, pues no se concibe que preste dinero sin tener beneficio. 

El cuento de demonizar las rentas altas busca un enemigo común y empieza por el lenguaje y el sentimiento arraigado de envidia hacia las personas que les vaya bien, ya sea por su talento o por su esfuerzo. “Rentas altas”. ¿Quién define “altas”? Parte de hacer creer al que lo lee o escucha que es una renta injusta o desproporcionada. No dicen “las rentas más productivas” o “las rentas mejor remuneradas”, no. “Rentas altas”. Para que usted piense que somos malvados explotadores. 

El PSOE y Podemos les cuentan el cuento de que 600.000 personas van a pagar 20.000 millones más de gastos anuales, ustedes se lo creen y, mientras se carcajean, les suben los impuestos a todos con nombres originales (verdes, locales, regionales, Google, CO2). Luego bajan el listón “de rico” a medida que su voracidad confiscatoria no se ve saciada. Hasta que usted es rico y no se había enterado.

En España, el contribuyente medio dedica 177 días de sueldo anual para pagar impuestos.

Las “rentas altas”, por su parte, trabajan 180 días al año solo para pagar impuestos.

Si partimos de un contribuyente soltero y sin hijos que gana 150.000 euros brutos al año, vemos que su cuña fiscal ya es del 48,25% en las comunidades autónomas del régimen común, y que llega hasta el 53,11% en Navarra. El concepto de “renta alta” es en realidad casi inexistente en España.

Las rentas de 150.000 euros abonan unos 84.000 al año en impuestos, antes de entrar en impuestos indirectos, al ahorro, a la vivienda, etc. Es decir, el equivalente a unos cuatro sueldos brutos medianos.

Ellos saben que un incremento del 10% en el tipo efectivo medio sobre las rentas de más de 150.000 euros hundiría la recaudación entre 500 millones y 2.500 millones de euros. En el más optimista de los casos, efecto casi nulo. Como indica Juan Rallo, hay diversos estudios que lo demuestran.

Si le preocupase la justicia social, no consideraría aceptable detraer en impuesto de la renta más de la mitad de los ingresos de un trabajador, sea cualificado o no, para luego detraer un tercio de sus ahorros, un cuarto de su vivienda y un quinto de su consumo. Pero si le preocupase la justicia social, desde luego se daría cuenta que expoliando a los 90.000 ciudadanos, trabajadores, que ganan más de 120.000 euros ni se pagan las pensiones ni se reduce el déficit ni se mejora el patrón de crecimiento ni aumentan los salarios.

En España la mayor desigualdad es entre contribuyentes y burócratas.

Aquí, de lo que se trata no es de garantizar el estado de bienestar, que se garantiza creando empleo, empresas grandes y sólidas y atrayendo inversión. Se trata de financiar el gasto clientelar y poner escollos al crecimiento para presentarse luego como el salvador. “No le importa quemar el bosque si se convierte en rey de las cenizas” como decían en Game of Thrones.

Ninguna sociedad ha hecho más ricos a los pobres haciendo pobres a los ricos.

El odio populista a la gran empresa o a los salarios superiores no es la defensa del pueblo o el pequeño empresario.

Pero lo que es absolutamente intolerable es que digan que no va a afectar a “la clase trabajadora”. Como si los que ganan 120.000 o 150.000 euros al año, o lo que sea, no fueran trabajadores. Y además, incansables, como los demás. Como si los médicos, ingenieros, arquitectos o cualquier grupo que se gane su salario con su esfuerzo no fueran trabajadores que se levantan cada mañana para generar crecimiento, empleo y prosperidad.

Estamos ante una guerra de odio al mérito, al éxito y a la prosperidad. El odio populista a la gran empresa o a los salarios superiores no es la defensa del pueblo o el pequeño empresario. Es la constatación de la envidia al éxito. Porque la definición de gran empresa se va rebajando –como la de “ricos”- hasta que el kiosco de barrio les parece Exxon.

En España tenemos aproximadamente 600.000 personas que ganen más de 60.000 euros y a eso llaman “ricos”. Y unas 750 empresas contribuyen a la inmensa mayoría del impuesto de sociedades. Esas empresas son hasta un 30% más pequeñas en tamaño a la media de los grandes grupos de nuestros países comparables, pero lo llaman “grandes empresas”. La empresa española es fundamentalmente pequeña y mediana y, encima, más pequeñas que la media de nuestras economías comparables.

La fiscalidad confiscatoria es devastadora para el estado de bienestar, el crecimiento y el empleo. Porque los impuestos confiscatorios generan un efecto depresor, y estamos sobrepasando ese nivel con el cuento de que “hay margen”. 

“Recaudamos poco”, dicen. Y usan presión fiscal (una ratio recaudatoria, ingresos fiscales sobre PIB) en vez de cuña fiscal (lo que usted y yo pagamos con respecto a lo que ganamos). La primera es ópticamente baja. La segunda es muy alta. ¿Cómo lo solucionan? Subiendo impuestos. Y siguen recaudando “poco”. El que parte, reparte y se lleva la mejor parte.

¿Se han dado cuenta que los que siempre encuentran margen lo hacen con el dinero de los demás? ¿Que los solidarios con el salario y ahorro ajeno siempre consideran que usted gana demasiado y ellos gastan poco?

Una renta de 150.000 euros paga más impuestos que cuatro salarios medianos. ¿No deberíamos incentivar que fuera atractivo atraer inversión, contratar y subir sueldos en vez de multiplicar el coste del impuesto al trabajo y la inversión para que nunca aumenten?

Las grandes empresas generan 1,21 millones de empleos. Es decir, crean 1,21 millones de puestos de trabajo más que los populistas que las atacan. ¿No deberíamos atraer más y mejores?

Según Funcas, el 10% más rico en términos de renta soporta el 48% de todo lo que se recauda en impuesto sobre la renta.

 Los “ricos” son los que pagan el sueldo a esos que atacan al capitalismo desde su iPad pagado con nuestros impuestos mientras se toman un mes de vacaciones después de cuarenta días de “gobierno”. Nunca he visto a unos anticapitalistas más apegados al capital… de los demás.

Los “ricos”, señora ministra, son los que mantienen en sus sillones a esos que jamás han creado un puesto de trabajo ni arriesgado sus ahorros para montar una empresa, que jamás se han quedado hasta altas horas de la madrugada, fines de semana y sin vacaciones, para crear riqueza. Los “ricos” son los que pagan el sueldo a esos que atacan al capitalismo desde su iPad pagado con nuestros impuestos mientras se toman un mes de vacaciones después de cuarenta días de “gobierno”. Nunca he visto a unos anticapitalistas más apegados al capital… de los demás.

Las “rentas altas”, señora ministra, son la clase trabajadora que mantiene a su clase política.

Los trabajadores, empresarios, autónomos y familias que ustedes llaman “los ricos” están hartos de los políticos rentistas extractivos, que usan la demagogia para incitar el odio y multiplicar el gasto clientelar, no garantizar el estado de bienestar. 

Lo verdaderamente preocupante de España es esta carrera hacia cero de subir impuestos constantemente para recaudar peor y menos. Y así nunca progresaremos. Pero nos daremos palmadas en la espalda diciendo que la culpa es de la nueva, e inferior, definición de “los ricos”. Prepárese.

No se engañen, los populistas saben que las empresas y “rentas altas” pagan muchos impuestos. Lo que buscan es fomentar la envidia, destruir lo que queda y echar a quien quiera venir. Y presentarse como la solución repartiendo las migajas de lo que quede. Destruyendo miles de empleos al día, como ya hemos visto en el pasado. Justicia social.

A lo mejor tendríamos que preguntarnos quién paga con el dinero de 'nadie' la malversación de fondos, elecciones cada año, embajadas dedicadas a hablar mal de España, transportes prescindibles en aviones muy contaminantes, exumaciones y traslado de cadáveres, cuando nadie se había preocupado y la 'grasa' que supone, sueldos y dietas de miles de políticos mediocres e inútiles que encima se dedican a incumplir leyes y obtener plebendas de sus situaciones privilegiadas.
¿no será esto a lo que se refieren cuando hablan de Justicia Social? para esto asfixian a la clase trabajadora y desmotivan a las inversiones?
¿Estamos hablando del Estado de Bienestar de los políticos o el de los ciudadanos?

Sinceramente no parece que haya una relación directa con aumentar gastos en pensiones, educación, sanidad y estado del bienestar en general.

La solución acabará cuando no haya mas remedio en reducir gastos que en exprimir trabajadores, suprimir duplicidades, ya sea autonomías, delegaciones, Senado , en lugar de ir endeudandonos sin fin.

A Toro Pasado

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