En realidad él no sabía hacer nada, ni tenía ningún tipo de habilidad, mas bien al contrario, en su trabajo cometía errores constantemente, era bastante lento y lo tenían completamente marginado, carecía de carisma con sus amigos y en su familia, todo el mundo le mandaba, no contaban con él para ninguna decisión, pero eso sí, tenía un superpoder.
Con una simple mirada podía apreciar la medida exacta de las cosas, desde pequeño tenía esta curiosa habilidad, el la asumía con naturalidad no siendo consciente de la importancia de la misma pero sin él saberlo se extendió su fama, era tal la perfección de sus apreciaciones que la gente sin apenas conocerle para probarle le preguntaba:
-¿Oiga cuantó cree que mide este bastón ?
- 1 metro 12 cm.
- ¿Esta escalera servirá para llegar al techo?
- Sobrarán tres escalones y medio
- ¿Esta escalera servirá para llegar al techo?
- Sobrarán tres escalones y medio
-¿Cuánto pesa ese camión?
-A juzgar por el abombamiento de los neumáticos, yo diría que 12 Tm y 526 kg.
-Asombroso.
-No subas en este avión dudo que despegue lleva 212 kg de más y el comandante en breve desalojará la cabina.
Este superpoder que aparentemente todo el mundo hubiera deseado para sí, tenía varias derivadas y como todo en esta vida sería difícil de poner en valor, nuestro personaje dada su poca madurez mental no era consciente de sus consecuencias, como todos los poseedores de superpoderes es necesario ocultarlos al resto de los mortales e incluso renegar de ellos.
Nuestro ínclito personaje haciendo caso omiso de las normales reglas de convivencia, se permitía imperceptibles chasqueos de lengua o miradas extraviadas cuando en alguna reunión alguien hacía alguna exageración referente a una medida o peso.
- Queda inaugurado este pantano que albergará 2.000 hm cúbicos...
- Ejem ejem ejem
- Bueno 1.520 ..... jejeje estaba redondeando.
- Yo siempre uso condones extra
- Ejem ejem ejem
- Bueno pero últimamente no.
- En el bote pequeño esta la pequeña confitura
- Efectivamente
- Grrrrrr
Era un don y una maldición, su cara no podía soportar las mentiras y donde no llegaba su carraspeo, siempre un imperceptible movimiento de cabeza delataba al exagerador o una mueca de desaprobación.
La gente huía de su compañía porque tarde o temprano siempre salía algún número que desmentir o rectificar y su sola presencia creaba un terror escénico. Por no hablar de las mujeres...
- Quiero probarme la 42
- Ejem, ejem
- Mejor dicho la 44 me irá mejor
Nuestro famoso personaje dotado por la varita divina de las mutaciones y poderes extraordinarios, llevaba una vida solitaria y triste.
Su superpoder era a la vez un 'don y una 'maldición', con el que tendrá que convivir u ocultar al resto de los mortales.
Parece ser que esta curiosa habilidad la tienen muchas personas que están entre nosotros, un secreto que guardan celosamente.