sábado, 4 de enero de 2020

Crónicas de una infamia

Seis reuniones y un café

Mucha vanidad para ser presidente a toda costa y un aterrizaje suave para un grupo de personas que realizaron un golpe de estado y no saben como volver a la realidad, sin pagar por ello, ante sus ciudadanos y ante la justicia








Equipos negociadores y un encuentro entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès son los cimientos del pacto entre PSOE y ERC para desbloquear una investidura que, a día de hoy, no está aún garantizada para el líder de los socialistas. Sánchez había sido especialmente duro con los republicanos durante la campaña, pero Oriol Junqueras decidió arriesgar y poner a los suyos a negociar. Los antecedentes no presagiaban el éxito. En el PSOE se imponía la tesis de que el “gen de ERC” no es de fiar y la lista de agravios era larga, comenzando por la enmienda a la totalidad a los presupuestos generales del Estado. Pero Junqueras remitió órdenes por escrito el pasado 15 de noviembre a su partido sobre la composición del equipo negociador y la estrategia a seguir. “La pelota está en su tejado”, remachó.

Adriana Lastra, José Luis Ábalos y Salvador Illa por el PSOE-PSC, y Gabriel Rufián, Marta Vilalta y Josep Maria Jové, por ERC, protagonizan la partida que lleva a los republicanos del no a la abstención y al PSOE, del “conflicto de convivencia” al “conflicto político” y a asumir una mesa de diálogo entre gobiernos cuyos acuerdos se sometan a consulta en Catalunya.

La votación en el consejo nacional de ERC del jueves fue plácida, más del 96% apoyó el acuerdo

La votación en el consejo nacional de ERC del jueves fue plácida, más del 96% apoyó el acuerdo (Marc Puig)
Cita en la Moncloa. 

Todos admiten que costó encontrar la tecla para afrontar la negociación con garantías pero los equipos dejaron de desafinar a partir de un café a media tarde en la Moncloa entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès. El vicepresident había planeado una reunión con su grupo parlamentario en Madrid la mañana del 2 de diciembre, así que adelantó su viaje y tomó un AVE la tarde anterior para reunirse con Sánchez. Allí se sientan los pasos a seguir en la negociación, se blindan los equipos de injerencias externas y se fija la premisa de que la mesa de diálogo será entre gobiernos.


Para ligar la investidura hay que ir más allá de una oferta de desarrollo del Estatut y la financiación. Así que se apuesta por un instrumento nuevo que deberá superar las estrecheces estatu­tarias de la Comisión Bilateral Generalitat-Estado. También se abordan cuestiones ambientales que pueden enturbiar la negociación, como los regímenes penitenciarios, la investigación del juzgado de instrucción 13 de Barcelona o la del Tribunal de Cuentas. Tras la reunión, Sánchez se dirige al estadio del Atlético de Madrid. Es fan del Atleti y del Cholo Simeone. Más aún de su ­lema, “partido a partido”. Esa noche ejerce de anfitrión en el ­Wanda Metropolitano de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, y los primeros ministros de Grecia, Polonia, Noruega, Montenegro y de las Islas Cook, además de los presidentes de Costa Rica, Guatemala, Honduras, Congo y Nauru. Están en Madrid porque la cumbre del clima arranca al día siguiente pero nadie se quiere perder un Atlético-Barça.

Aragonès tampoco. Ve el partido en un pub irlandés en Madrid. La música que ha escuchado en la Moncloa le parece estimulante, incluso demasiado bien como ­para confiar ciegamente. Messi marca en el minuto 84. El Barça gana el partido 0-1.


Heavy metal y cervezas

En la reunión, Sánchez y Aragonès también acuerdan que los equipos negociadores trabajarán con independencia y ellos sólo intervendrán para superar los escollos. Así lo hacen con llamadas al móvil siempre que es preciso.

Las reticencias iniciales por los perfiles de cada delegación se van desvaneciendo. Las miradas de recelo hacia Josep Maria Jové por su imputación judicial en la organización del 1-O y la famosa libreta Moleskine del procés acaban enterradas. Jové es el muñidor de los acuerdos de ERC, re­lator del segundo tripartito en Catalunya, negociador de la coalición Junts pel Sí y el acuerdo de gobierno que acabó haciendo presidente a Carles Puigdemont –en el que ejerció de secretario general de Economia–, puntal republicano en la negociación del actual Ejecutivo, pero también en el grupo parlamentario con los independientes y como interlocutor con la CUP.

Jové se convierte en pieza clave de la negociación. Adriana Lastra, con quien comparte pasión por el heavy, llega a soltar en una reunión: “Este documento es más de Jové que de Lastra”. No obstante, los intercambios de documentación se han vehiculado a través de la portavoz socialista y de Gabriel Rufián. Ambos han engrasado una excelente relación desde anteriores legislaturas.


Los recelos de ERC con la presencia de Salvador Illa también se diluyen de inmediato. El PSC participa en la negociación por decisión directa de Pedro Sánchez y el secretario de organización del PSC es una persona de su máxima confianza. Illa conoce a Marta Vilalta de un viaje de parlamentarios y dirigentes políticos a Estados Unidos, así que la cordialidad acaba imponiéndose y se repiten algunas liturgias: las ganas de fumar de Ábalos y las cervezas en algunas de las reuniones de tarde. También se pasan al catalán en ocasiones. Ábalos es valenciano y Jové aprovecha para bromear con él sobre los Països Catalans.

Vilalta, Rufián y Jové frente a Ábalos, Lastra e Illa en la segunda de las reuniones celebradas en Barcelona, ésta en la sede del Àrea Metropolitana de Barcelona
Vilalta, Rufián y Jové frente a Ábalos, Lastra e Illa en la segunda de las reuniones celebradas en Barcelona, ésta en la sede del Àrea Metropolitana de Barcelona (Mané Espinosa)
Mesas de diálogo, en plural

Los contactos con la Moncloa arrancan antes que las reuniones oficiales de negociación, también de la mano de Carmen Calvo, y sirven para bajar el suflé de los discursos públicos ante la consulta de ERC a sus bases y el artículo de Pere Aragonès en La Vanguardia fijando las condiciones republicanas sobre la mesa de diálogo. Las reuniones se suceden en Barcelona y Madrid. ERC trabaja con un grupo negociador ampliado al que se suman Aragonès, Marta Rovira, Carolina Telechea, Sergi Sabrià y Mirella Cortès. En la Moncloa, el 27 de noviembre se citan los negociadores con Sánchez, Calvo e Iván Redondo. Al día siguiente se produce la primera reunión pública en el Congreso, con todos los focos sobre Jové. Él mismo deja claro que los republicanos se sientan en la mesa para negociar de verdad, que ERC está en un nuevo escenario, que se ha blindado ante las presiones de JxCat, aferrada a la estrategia de la confrontación. En esa reunión también se asume la terminología del pacto de Pedralbes sobre el “conflicto político”.


Tras cada encuentro, los respectivos equipos reportan a los suyos. Los socialistas lo hacen siempre con Sánchez, ya sea en la Moncloa o por teléfono. Durante todo el proceso de negociación se estudian fórmulas de lo más diverso y proliferan las mesas de diálogo: mesas entre partidos catalanes y españoles, de gobiernos dependiente de la Comisión Bilateral, una comisión en el Congreso, la mesa de partidos del Parlament...

El esguince de Lastra

La segunda reunión, en este caso sin publicidad, se celebra en el despacho de Adriana Lastra el 2 de diciembre. Es el día anterior a la Constitución de las Cortes y la presencia de Jové y Vilalta no extraña en el Congreso porque hay una convocatoria oficial de reunión de las delegaciones para el día 3. El esguince de Lastra en plena sesión no es premonitorio. La vicesecretaria general del PSOE acude al hospital, pero regresa al Congreso para reunirse con ERC. La misión es lo suficientemente importante como para que un mal paso con unos tacones la estropeen. Los negociadores sorprenden con un comunicado conjunto en el que se pone por primera vez negro sobre blanco el reconocimiento del “conflicto político”.

Al día siguiente llega el jarro de agua fría. Sánchez define por primera vez el pacto y segura que será “público y constitucional”. ERC responde rebajando las expectativas y llega a amenazar por unas horas con anular la siguiente reunión prevista en Barcelona para el día 10. Marta Vilalta asume un doble papel al ejercer de portavoz del malestar republicano mientras negocia con el PSOE.


La confianza de Sánchez se mantiene con las llamadas a Aragonès y así lo traslada el día de la Constitución, pero el calendario se complica.

Bienvenidos a Barcelona

ERC asume como un logro el traslado de la negociación a Barcelona, pero hay dudas sobre el lugar de la cita para evitar la presión ambiental de los CDR. Los negociadores se adelantan y el día 9 al mediodía se reúnen de manera discreta en la cuarta planta del edificio del Consorci de la Zona Franca. Pero Rufián entra por la puerta principal, en lugar de utilizar otro acceso más discreto, y el encuentro se hace público al ser reconocido. Esa reunión es determinante. Es ahí donde ERC advierte que sin reconocimiento institucional y una negociación bilateral entre Gobiernos no hay nada que hacer. Los negociadores hacen un receso para que el equipo socialista consulte con la Moncloa.

A partir de esa discusión, el PSC pone sobre la mesa una alternativa basada en el artículo 3 del Estatut: las relaciones de la Generalitat con el Estado se fundamentan en el principio de la lealtad institucional mutua y se rigen por el principio general según el cual la Generalitat es Estado, por el principio de autonomía, por el de bilateralidad y también por el de multilateralidad. Y en el 175.1: la Generalitat y el Estado, en el ámbito de las competencias respectivas, pueden suscribir convenios de colaboración y hacer uso de los otros medios de colaboración que consideren adecuados para cumplir los objetivos de interés común. Lo cierto es que ahí cabe de todo.

La reunión convocada oficialmente se produce el 10 de diciembre a las 10 de la mañana, dos horas antes de darle publicidad. Cuando llegan las cámaras, la discusión había acabado y los papeles estaban recogidos. Tras la cita hay una comida de los negociadores de ERC en la sede de la calle Calabria. Lo que está esa tarde sobre la mesa es la demanda de los republicanos de que Sánchez reemprenda el diálogo institucional con Torra. En la Moncloa buscan la fórmula que les comprometa lo menos posible.

A partir de ese día, Lastra y Rufián comparten temores por el calendario. La tensión entre JxCat y ERC aumenta con la propuesta de las juntas de las cárceles para que los presos del procés sean clasificados en segundo grado. El mismo día en que el Rey cierra la ronda de contactos y encarga a Sánchez que sea candidato a la investidura. Es 11 de diciembre y la Moncloa avisa de que el líder socialista hará una intervención relevante. Un gesto que responde a la demanda de ERC: Sánchez hará una ronda de llamadas a todos los presidentes autonómicos, incluido Torra, lo que satisface a los republicanos. La llamada llega el 17 de diciembre. La última conversación entre Sánchez y Torra había sido con motivo de la huelga de taxis en Barcelona, hacía un año.

El calendario infernal

A partir de ese momento se suceden las crisis mediáticas. Una filtración de propuestas que no responde al documento final, unas declaraciones de Ábalos... Pero lo que condiciona el resultado final de la negociación es la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea reconociendo la inmunidad de Oriol Junqueras como eurodiputado el día 19 de diciembre y el congreso de ERC el 21. Los republicanos condicionan ahora su abstención al informe de la Abogacía del Estado sobre cómo ejecutar la sentencia de Luxemburgo. El día 20 llega un nuevo intercambio de documentos. La propuesta del PSOE ­mejora las perspectivas y en la Moncloa trabajan para que la respuesta de la Abogacía sea rápida, pero no lo consiguen, así que ERC sigue enrocada con el calendario y Sánchez ve cómo su investidura va saltando de semana en semana.

El día 23 sólo quedan flecos. Sergi Sabrià y Carolina Telechea se reúnen en Madrid con Pablo Iglesias mientras la negociación avanza con la intervención de Sánchez y Aragonès. El coordinador nacional de ERC se reúne la víspera de Navidad con Junqueras y Raül Romeva en Lledoners.

El escrito de la Abogacía no llega pero los negociadores se reúnen en Madrid el día 27 de diciembre. La cita es en el hotel NH Manzanares, que ya sirvió a los socialistas para gestar la mayoría de la moción de censura. Al día siguiente, la cúpula de ERC conoce las líneas maestras de las alegaciones de los letrados del Estado. Hay satisfacción en el entorno de Junqueras, pero se mantiene la prudencia sobre el calendario, más aún cuando se ha abierto un nuevo frente con la Junta Electoral Central para proceder a la inhabilitación del president Torra y del propio Junqueras.

El día 30 el PSOE pone su maquinaria en marcha. Firma del acuerdo con el PNV, presentación del programa de gobierno con Unidas Podemos... Y en la ejecutiva de ERC se despejan dudas. Lo hace el propio Junqueras con una llamada desde una de las cabinas de la cárcel de Lledoners a uno de los números registrados. La decisión de la JEC no puede afectar a la investidura y ERC debe aprovechar la oportunidad. “Hay que desbrozar el camino, tendremos arañazos, pero alguien tiene que abrir el camino”. El consejo nacional responde el jueves a esa tesis apoyando casi por unanimidad la propuesta de la mesa de diálogo entre gobiernos, sin vetos y con una consulta sobre los acuerdos alcanzados.

El camino desbrozado durante todas estas semanas volvió a llenarse ayer de obstáculos con la decisión de la JEC de inhabilitar a Torra y Junqueras.

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