Los separatistas no son héroes ni mucho menos ...

“No les despiertes, déjales dormir. Así han vivido y así quieren quedarse. (…) Es una inaudita, abrumadora victoria del Estado que los independentistas, que se han tragado la aplicación del artículo 155 sin armar el menor jaleo y con el más asombroso colaboracionismo de sus líderes políticos, hagan el ridículo con demostraciones como las de ayer, vistiendo camisetas con el lema de que van “directos a la cumbre” cuando han sido derrotados sin oponer ninguna resistencia ni ninguna capacidad de sacrificio. (…)


El presidente del Gobierno (…) ni en las comunidades que gobierna el PSOE encontrará mejores vasallos que los que creen que la independencia es venirse del pueblo en autocar a ensuciar los parterres de la ciudad, mientras los dirigentes a los que han votado en nombre de la libertad de Cataluña, y que prometieron desobediencia, mantienen encerrados a los que llaman “presos políticos”, en sus propias cárceles. (…) 



La principal garantía de la unidad de España (…) son estos supuestos líderes de la secesión (…) que se destrozan en su guerra fratricida por retener o alcanzar el poder autonómico que tanto desprecian pero que ha sido desde siempre su único modo de vivir (…) los que gritan ‘somos república’ y luego aceptan y participan del folclore de camiseta y táper, como cada Diada desde hace 6 años, en lo que ya parece una parodia que ellos mismos se hicieran. (…)

No les despiertes, déjales dormir. Así han vivido todos estos años, y así quieren quedarse, inventando muros de cartón piedra para humedecerse con la falsa épica de jugar a demolerlos (…) La vergonzosa y humillante cola de autocares pagados por la ANC que ayer llegaron a Barcelona desde los distintos pueblos de Cataluña, embutidos de paleto entusiasmo por tirar de la cinta de la piñata, creyendo que es así como se logra hacer saltar por los aires un Estado como España, era el retrato de un público vencido por su inanidad intelectual, por su gregarismo, por la acrítica veneración de unos líderes que se hacen los patriotas (…) mientras por detrás negocian con el Gobierno una solución personal para los fugados y encarcelados -el indulto- a cambio de renunciar a la independencia. (…) 

Tercermundismo físico, tercermundismo moral. El independentismo ha servido de tren de enganche de muchísimos hombres y mujeres que habían perdido el protagonismo de sus vidas y el mismo gusto por vivir. Como cualquier populismo, les han dado vínculo y abrigo, por eso no quieren despertar (…) para no tener que volverse a mirar al espejo y ver solo a un perdedor cuya vida no tiene objeto ni sentido”.

Carles Sostres