martes, 8 de septiembre de 2015

Personaje colectivo: La selección yugoslava de Baloncesto



Las explosiones de odio en los Balcanes marcaron el inicio y el fin del violento ciclo de guerra y destrucción que fue el siglo XX en Europa. Prolongadas durante sus últimos diez años (de 1991 a 2001), las últimas guerras yugoslavas extinguieron el país y con él un experimento de convivencia que había tenido su puesta en escena más exitosa en una estructura social basada en la cooperación y el respeto que lograron crear y mantener, contra toda lógica histórica, una brillante generación de deportistas vinculados al baloncesto, y en especial su selección nacional, que se alzó como bandera de un auténtico orgullo balcánico por encima de razas, religiones y nacionalidades.
En medio de la tensión y el caos, a ellos un método de trabajo los había convertido en hermanos, pero sólo tres años después de llegar a la cima su país se resquebrajaba, y la espiral de violencia -devenida en guerra, torturas, asesinatos, campos de concentración y finalmente el geonocidio- se llevó al país por delante y los convirtió en enemigos.

El baloncesto lo introdujo en Yugoslavia una organización religiosa norteamericana, el “Ejército de salvación”, en 1922, tan solo tres años después de que los vencedores de la I Guerra Mundial hubieran creado esta federación uniendo las repúblicas de Serbia, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro sin atender a tensiones preexistentes entre etnias y territorios. Se introdujo a nivel de enseñanza deportiva en las escuelas y hasta 1945 no se constituyó el primer equipo oficial para competir internacionalmente: el Partizan, que a imitación del CSK de Moscú era el equipo de baloncesto del Ejército.

Después llegó la II Guerra Mundial, el enfrentamiento interno entre proaliados y fascistas y finalmente la pacificación a manos de un líder carismático, el partisano Joseph Broz "Tito", y la instauración de un régimen comunista particular, o al menos independiente de la URSS. Finalizada la guerra, en 1948, se creó la Federación de Baloncesto, se formaron los equipos de civiles y el Partido comenzó a buscar jugadores que los engrosaran con unas directrices muy concretas: que fueran hombres jóvenes, trabajadores y con una sólida formación académica, capaces de convertir el baloncesto en el estandarte de un nuevo e ilusionante espíritu nacional yugoslavo.

El camino

Por ser un país pequeño, de apenas 22 millones de habitantes y recién salido de un cruento conflicto, Yugoslavia no contaba entonces con suficientes políticos y la Federación se nutrió de los propios jugadores y entrenadores de baloncesto del momento. Y su primera decisión se revelaría decisiva: permitir la retransmisión por televisión de los partidos, que la Federación de Fútbol había previamente rechazado, y jugarlos en el horario de máxima audiencia. Esta decisión les procuró sucesivamente más popularidad, más ingresos, más inversión en la formación de jugadores y más influencia en un sistema, el socialista, que tenía por emblema los resultados deportivos y que necesitaba urgentemente banderas que aglutinaran a una población heterogénea y muchas veces antagónica; así nació el fenómeno del baloncesto yugoslavo.

Los hombres de la federación se marcaron además como prioridad la búsqueda y explotación del talento y organizaron una selección científica de los futuros jugadores, midiendo en cada niño que quisiera jugar al baloncesto su altura y el largo de sus brazos, así como su velocidad, coordinación, fuerza y capacidad para comprender el juego. Buscando exclusivamente la excelencia, solo los mejores podían acceder a este deporte, en cualquier equipo (de hecho, tanto los fichajes como los traspasos los decidiría la Federación), y solo aquellos 20 que demostraran más potencial podrían entrar en la órbita de la selección. Eso sí, una vez formado el grupo, la federación ponía a su disposición lo mejor que tenía, incluyendo  a los mejores entrenadores nacionales de cada época y todos los medios necesarios para poder concentrarles dos fines de semana al mes en la capital, Sarajevo, y durante todos los veranos.

La tercera decisión tomada en Yugoslavía que sería clave en su espectacular progreso a partir de mediados de los años 60 fue la orquestación de las llamadas "giras de escuela" por Estados Unidos; la liga yugoslava se detenía durante tres semanas en el mes de noviembre, y tanto la selección nacional como algunos equipos de primera división viajaban a Estados Unidos a competir con equipos universitarios, gracias a los cual los yugoslavos fueron los primeros europeos en practicar el trabajo físico y los conceptos defensivos típicamente americanos, lo que a la larga les permitiría asaltar el liderazgo mundial en este deporte.

Yugoslavia celebró el 25 aniversario de la Federación, en 1970, acogiendo y ganado el oro en el primer Mundial de baloncesto que se disputó fuera de Hispanoamérica.


La generación estrella

A partir mediados de los años 80 el sistema está consolidado y comienzan a recogerse los frutos de tanto tiempo y esfuerzo. La generación de jugadores nacidos a mediados y finales de los 60 lograron con la selección yugoslava, entre 1983 y 1988,  el oro en tres europeos juveniles consecutivos, y en dos europeos y un mundial júnior. Y cuando este grupo de chicos que habían entrenado, crecido y vivido juntos llegaron a la selección absoluta, simplemente arrasaron con todo.

Practicando un baloncesto basado en el trabajo duro y la cooperación, pero también, y a diferencia del baloncesto de corte soviético propio de otros países comunistas, en la libertad de improvisación individual, su conjunción de virtudes los convirtió en dominadores de cualquier estilo, ritmo o tipo de encuentro. Fueron una generación de jugadores absolutamente espectacular, que generaba fascinación, los mejores en todos los aspectos y en todo momento. No encontraban rival y esto los convirtió aún más en una microsociedad yugoslava, rodeados de admiración dentro y fuera de sus fronteras. Pero casi no habían acabado de llegar y ya el suelo se movía bajo sus pies.


La generación estrella del baloncesto yugoslavo tras vencer la final del Mundial de Argentina 1990, un año antes de su disolución

Mientras la República Federal de Yugoslavia vive sus últimos tres años de existencia, la selección yugoslava de baloncesto monopoliza todas las competiciones que se celebran – dos eurobaskets y un mundial- y uno de los equipos de su liga hace lo propio con la Copa de Europa. Y el "mientras" es literal, hasta el punto que la primera de las guerras balcánicas modernas, la que siguió a la declaración de independencia de Croacia y Eslovenia en octubre de 1991, les sorprende disputando un Eurobasket en Roma que ganaron sin saber qué ocurriría con su país ni con su propio futuro.

El fin de una época

La depresión económica y la caída del muro habían exacerbado las pulsiones nacionalistas, y la guerra por la independencia de Croacia y Eslovenia se solapó con un conflicto de aún mayor intensidad en Bosnia, considerada la guerra más cruenta desde la Segunda Guerra Mundial, la última gran sangría vivida en Europa, que tras tres años de limpieza étnica sistemática, violaciones, torturas, ejecuciones y tiroteos calle a calle se saldó con cerca de 100.000 muertos y un millón de desplazados. Después vendrían el bombardeo sobre Serbia por parte de la OTAN, y entre 1998 y 2001, la repetición de la pesadilla al completo en Kosovo.

La guerra de los Balcanes llega a la selección de baloncesto durante el Mundial de Argentina de 1990, cuando Vlade Divac se enfrenta a un espontáneo que salta a la pista blandiendo una bandera de Croacia.

Los jugadores de baloncesto se vieron obligados a elegir nacionalidad; no solo no pudieron volver a jugar juntos, si no que incluso acabaron odiándose por los actos políticos y criminales de otros. Los que pudieron se refugiaron en equipos de terceros países, muchos de ellos en España,  y los que no pudieron o no quisieron hacerlo sufrieron en primera persona la brutalidad de cada conflicto. Tras un embargo deportivo de tres años a lo que quedaba de Yugoslavia, volvieron a enfrentarse en las canchas  ya en diferentes selecciones y como enemigos acérrimos a partir del EuroBasket de 1995, en el que Croacia se retiró de la ceremonia tras recibir la medalla de bronce para no estar presente durante la entrega del oro a los jugadores yugoslavos, al tiempo que estos les insultaban desde el podio.

La disgregación de Yugoslavia puso punto y final a una compleja estructura que había demostrado el valor de la cooperación y el respeto y lo que con ellos se podía haber conseguido. Ese fue el fin de una sociedad, de una época y de un sistema deportivo que ya es historia.

La selección yugoslava de Baloncesto: Los protagonistas


Aza Nikolic (1924): "El profesor" y padre del baloncesto yugoslavo, nacido en Bosnia en 1924 y licenciado en Medicina en 1946, fue la principal figura en la toma de decisiones y quién aportó al baloncesto yugoslavo su filosofía de juego. En los años 70 pasó a impartir estudios universitarios de Educación Física en la Universidad de  Belgrado, convirtiéndose en todo un icono del conocimiento científico del deporte en todo el mundo.

Drazen Petrovic (1964 - 1993): Convertido en leyenda tras su temprana muerte en accidente de coche, el croata Drazen Petrovic representó más que ningún otro el esfuerzo del baloncesto yugoslavo por conseguir que sus jugadores fueran  siempre los mejores. Su paso por el baloncesto marcó un antes y un después: considerado mejor jugador yugoslavo e incluso europeo de todos los tiempos, había debutado con 16 años en la Primera División yugoslava, y tras jugar en la Cibona de Zagreb y el Real Madrid se convirió en el primer jugador yugoslavo en ser fichado en la NBA, en 1989, donde jugó hasta su muerte en 1993.

Vlade Divac (1968): Gran amigo de Drazen Petrovic, con el que formó el duo más temido del baloncesto internacional en los años 80, y excelente jugador, las vidas de ambos discurrieron entrelazadas hasta el año 1990, cuando el incidente de la bandera en el mundial de Argentina, sumado al hecho de ser de origen Serbio, convirtió a Divac en el "malo" de esta historia, en la cara visible y representante a su pesar del régimen Serbio y sus atrocidades. Tras 16 años de exitosa carrera deportiva en la NBA, que le han procurado un puesto en su Salón de la Fama, Divac se retiró en 2005 y desde 2011 es Presidente del Cominté Olímpico de Serbia.

Mirza Delibasic (1954 - 2001): Tras haber sido campeón de tenis en edad cadete, Mirza Delibasic se pasó al baloncesto a los 14 años, en 1968. En 1972 la Federación lo traslada al Partizan de Belgrado y lo incluye en la selección nacional, pasando posteriormente por el Bosna de Sarajevo y el Real Madrid hasta que un derrame cerebral  lo aparta definitivamente de las canchas a los 29 años. Delibasic permaneció en Sarajevo durante toda la guerra de Bosnia, siendo nombrado en 1993 director deportivo de la Federación de Baloncesto de esta república. Tras vivir en primera persona el conflicto ya nuna sería el mismo, y falleció debido al cáncer en 2001.


by Marta Hernández / Ilustración: Aurelio Lorenzo
http://personasconhistoria.blogspot.com.es/

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